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Una obra de arquitectura debe leerse como una totalidad. Surgirá como resultado de la aplicación de un sistema o grupo de sistemas para construir y relacionar cada una de sus partes. Nada es casual, ni aleatorio, tanto el orden como el desorden tendrán su rigor compositivo que les aportará integridad. Si no hay lógica que produzca unidad, no hay sentido en el objeto.